22 de noviembre de 2013
So long, Martha
A Martha C.
Donde quiera que andes,
a donde quiera que vayas...
vamos,
mira el cielo de temas,
barre con tus pestañas las nubes,
ubica a la luna
(no importa la fase)
y acuérdate que en ese ombligo
te dejamos muchos abracitos.
Al fin y al cabo es un reflejo del sol,
el campo estará más verde
sin esperarse a la primavera.
21 de noviembre de 2013
Farewell, Martha
Camine, detrás de tus cabellos;
camine, por los kilómetros de tu cabeza,
sentí la lluvia y la música de baile
como guerrero que se escapa.
Escuche, que quizás estabas fuera,
escuche, que alguien podría llorar,
hable con mis muros
pero tú me destruiste, con tan solo mirarme.
Estuve sediento, de todas esas palabras,
de este momento, estoy ajeno.
Pude ver, verte hablar de amor en la madrugada,
pude ver, verte sonreír en la penumbra;
mire tus salvajes ojos
despacio entrando por cualquier lado.
Pude saber, de qué color es tu cielo;
después de la niebla, detrás de las sirenas.
A veces, pude leer todas aquellas cartas,
a veces, les guarde en la más crespa montaña;
te estaría mintiendo, si alguna vez,
dudara de ti.
Estoy perdido, quizás he perdido el ritmo,
lentamente, háblame dulce Martha.
La pregunta no es a dónde vas, ni cuanto tardarás;
si no: porque no puedo ir contigo.
18 de noviembre de 2013
LA DROGA QUE TODOS CONSUMEN
Desde que nacemos nos enseñaron a comer, gatear, luego caminar, hablar, actuar. Nos educan de manera diferente pero siempre hay un común denominador, un patrón a seguir para sobrevivir.
Nos enseñan a vivir en sociedad y para eso nos implantaron reglas. Pero el hombre ha hecho estas reglas según sus intereses, por lo que no todo parece ser lo ideal. El problema es que como así nos criaron y nos enseñaron que así debíamos ser, así debíamos comportarnos, no nos detenemos a analizar nuestra forma de vida ni nuestra forma de pensar y actuar, si es realmente la correcta. Pues sólo conocemos lo que nos enseñaron desde el nacimiento, sólo sabemos que si nos salimos del sistema estamos mal. Pero, ¿estamos realmente mal?
Si lees más allá de las lecturas que te dan, que te permiten, descubrirás un mundo diferente, donde hallarás otras verdades. Si ves más allá de la televisión que te transmiten, de la local que te difunden, descubrirás que existen otras culturas, pensamientos e ideologías diferentes de las cuales puede uno aprender. Si ves más allá de las limitaciones de la sociedad y las religiones, abrirás los ojos, y entonces tendrás conciencia propia, entonces ya no estarás tan de acuerdo con el sistema. Y los demás borregos creerán que estás mal, aquellos zombis te creerán loco, te mandarán a la horca.
La peor droga es la que nos implantan cuando nacemos, sin que nos enteremos de ello. Cuando aún no tenemos conciencia, aprovechan para moldearnos a su manera y enseñarnos a vivir dentro de un sistema regido por los intereses del hombre.
Y no puedes desintoxicarte de esta droga porque no sabes que la consumes. Crees que es normal pues está en tu sistema neurológico desde el primer día, creces con ella, vives con ella. Crees que sin ella no podrías vivir.
Esa droga está ahí, en todas partes, en todos, y nadie se da cuenta. Pero algunos ya la descubrieron, y se están desintoxicando, ya están desintoxicando a otros.
Todo está en que te permitas abrir los ojos... sólo TÚ tienes el poder.
17 de noviembre de 2013
Lo que no tiene fin
I
La mujer de gestos
delicados entró apresurada hasta su cuarto y se dirigió al tocador de cedro y
decoraciones doradas. Tomó el frasco verde de Diazepan y sin atinar a las
prescripciones médicas tomó algunas pastillas. Detrás de ella entró el hombre
alto.
-Me siento pésima,
no debí comportarme así – se disculpó la mujer tras la peculiar fiesta de la
noche pasada – te lo suplico- rogó y se soltó a llorar.
A él le molestaban
las lágrimas de ella, o mejor dicho, de cualquier mujer, fuese su madre, su
hermana, o la mujer que estuviese frente a él. Lloriquean por todo, le decía su
padre.
-Deja de llorar,
querida. Por favor, vamos, levántate. No tengo de que disculparte. Vamos ya –
dijo el hombre mientras cruzaba al otro lado de la habitación. Trató de
regalarle una caricia pero no le resultó.
-Tienes que saber,
de verdad no fue mi intención. – Empezó a decir de nuevo mientras sus lágrimas
cesaban. Tomó un cepillo de cerdas metálicas y comenzó a cepillar el estropajo
de cabello que le había quedado después de la velada anterior. En ese instante,
el vislumbró el frasco verde que yacía en ese lugar.- Oh, mis pies, mis pies. Mira que hinchados
están. Me duelen muchísimo. Este embarazo me sienta fatal, eh. – y se echó a
reír.
Él la miró perplejo,
todavía no se acostumbraba a sus cambios
de humor. Temía que un día, en cualquier momento, quedara loca de
remate. El temor era latente, en su vientre llevaba a su primogénito que según
presagiaba la madre de él: era varón; esto por la forma del vientre de ella,
ovalado hacia enfrente.
-No puedo con esto.
– murmuró como para si pero sus palabras retumbaron en toda la casa, en las
paredes, en las macetas de plantas millonarias, en los huesos y oídos de ella.
-No te vayas. –rogó
silenciosamente, mientras las lágrimas rodaban una vez más hasta caer en su
vestido de terciopelo rojo.
II
Dorothy Young era la
clase de mujer que se puede presumir perfectamente en la sociedad o en la selva
y no dejaba de verse y comportarse monísima. Recibió educación rígida: escuela
para señoritas, escuela de modales, clases de piano, ballet para fortalecer las
piernas, natación para fortalecer la espalda, religión para fortalecer la
moral. Con él boom de las escuelas mixtas se esperaba que Dorothy
asistiera a la universidad pero eso es y será siempre cosa de hombres, tu hija
debe educarse para cuidar a su marido y su casa, Grace.
Dorothy fue
solitaria, era mujer de pocas palabras y de ideales nulos también. Sus manos
eran nerviosas, tendientes a inútiles. Por supuesto que tenía su encanto,
dulzura, sonrisa cálida. Enamoró a Ernest en una fiesta familiar de él. Tan
callada, instruida para el hogar, la mujer ideal, pensaba él.
III
La noche de la fiesta
en los pensamientos de Dorothy.
“Hay mucho polvo,
polvo y silencio. Detesto el silencio, detesto que me tomen por una loca.
Calma, calma Dorothy , o te dará otro ataque de nervios. Debo controlarlos dijo
el doctor, no debo tomar calmantes. Ya, ya respira. Me siento indispuesta a ir
a esa dichosa fiesta de la dichosa Florence que debe de ser muy encantadora
según me cuenta Ernest, si encantadora. Ernest, oh querido… odio cuando llegas
tarde a casa. Ayúdame a no pedir ayuda. ¿Eso que sobre sale del saco de Ernest,
es un telegrama? ¿Es eso? Oh, no, Dorothy, confía en él. Será algo de negocios.
Bien, qué debo ponerme para la dichosa fiesta. Está barriga no permitiría
lucirme frente a la dichosa Florence. Pero sí, si es un telegrama. Veamos, sólo
para estar segura que no hay problemas. ¡Por Dios! Esa Florence tendrá que ver
quién es la mujer de Ernest Young, oh sí tendrá que ver. Cuándo yo vaya a esa fiesta… ¿Quién es? Llegó Ernest por mi, de acuerdo.
Gracias Marie. Será mejor que me tome unos calmantes. Unos cuantos.
13 de noviembre de 2013
11 de noviembre de 2013
S I B E R I A
![]() |
Ashe Maree |
*NOTA DEL AUTOR: Leerse de corridito.
Duele el silencio, a lo
largo de la llanura dentro de tus dientes,
háblame rápido que el
tiempo es liquido y las nubes tienen hambre, esta tarde;
tal vez me vaya con los fantasmas erráticos y
cuadrados
hacia las pirámides y
el desierto y la selva y todo lo demás.
Déjame sentado en la
cornisa esperando por el secreto y la palabra,
tan cerca de todo en la
mira del lobo,
abre las ventanas y las
fauces que hace frio, demasiado frio.
Juicio y juez no es lo
mismo que juzgador;
ni la luna es de
piedra, ni de arena, todo aquello es un invento
de quien tiene el
abrigo de piel, las monedas y los hombres de su parte
lustrados besos en los
cuellos,
todos contra el mismo que
es quien dio la orden;
Sueña despacio mi amor,
que él no vendrá,
Él te toco y justo
ahora de sal y de polvo de oro son tus manos.
Lluvia de mañana
antes del sol
y del quiebre de las
golondrinas
en los matorrales
calles que se vuelven
avenidas
y pueblos que se
convierten en ciudades
fuego en piedra
me cargaron en hombros
todos aquellos niños
que supieron de lo
turbio de mi sangre
pero estaban perdidos
tanto como lo estaba yo
en las alcantarillas
soñé contigo, despacio
te encontré un poco
reacia
a saber que los ojos
cerrados no son oscuridad
luz apagada
tome mi mano
y la puse en la tuya,
olí a petróleo y corrí
antes de que anocheciera
si, por un largo mes
anduve buscándote
entre los huecos de tus
versos,
en tormentas que se
volvieron tragedia
tome el cambio de estación
la subida del calor
y los pedazos de
iceberg
entrando por mi nariz
entrando por los huesos
rotos
en celos sucios y
grises
de mi voz pagada dentro
del jarrón
supe bebiste agua
tierna
para escupirla por ser
muy dulce,
y camine hacia el río
a bendecirle de nuevo
para buscarte un poco
de pena
de pena como la que
cargo yo.
y los niños perdidos
que se volvieron carne
antes de ser encía
toma con cuidado la
sangre que se te he dado
que no es como el fango
que llevas en tus zapatos
de regreso a las
urdimbres
en los años de la furia
cuando éramos amigos y
amantes
nada de lo que
podríamos ser hoy.
Duele el silencio; en
la sonrisa parda, en la caricia del viento
jugueteando con el
cabello,
no porque conozcas mi
canción tendrías que cantarla
no porque parezca una
nota salida de juego tendría que estar fuera de lugar
no porque sepas mi
nombre tendría que conocer el tuyo
y no porque digas
verdades estas serán mentiras para mi.
9 de noviembre de 2013
heroína
(De Protopoemas sueltos)
Tenía muchos nombres:
Adilene, Adalmira, Adelei.
Ninguno importó al final.
Su cabello pintado de rojo,
azul o castaño
ocultaba diciendo "miento"
sus rubios centellantes
color película-alemana.
Probó el alcohol a los trece
y a los diecisiete aspiraba líneas
de nubes,
parpadeaba con la garganta
bocanadas de humo rosa...
lamía estampillas antiguas
en zonas arqueológicas del tiempo.
No debe ser sorpresa,
no debe ser sorpresa
que yazca en el suelo
muerta.
No debe ser sorpresa
decir que fue mi amiga,
que la quise mucho,
que yace en el suelo
muerta.
No debe ser sorpresa;
arteria hinchada, jeringa empty,
mirada perdida.
No debe ser sorpresa tampoco
imaginarse que un Dios
que ella jamás halló en la lucidez,
fue el mismo que la recibió en los cielos
gritándole:
No sufras, eres una heroína.
7 de noviembre de 2013
MDMA para Canija
Iba a decir que en realidad me gustaba,
el norpaisaje que es de cierto arena,
de cierto soledad industrial iluminada
por luces led, neón y espuma morena.
Me circunscribe un dolor, una gangrena;
escucho en el río ruidosas cuencas negras
y vilipendiando los bits minimalistas
tengo amor entre las piernas.
Trepa sobre mí una sensación eléctrica,
sí, había depresión sobre una bañera,
¿Y cuándo traerán las píldoras?
¿Cuándo bajará esta borrachera?
En la noche las caras son feas estelas frías,
la risa sádica, el pseudoamor de las pastillas,
desidia depresiva y lacrimógena la espina
de amar sin esperanza y morirse de por vida.
Iba a decir algo y por alcohol borré penas,
y por tabaco reescribí amargura seca;
me lo callé todo y me sentí como apóstol
sin Dios, como ira sin rabieta.
Esta noche dos pastillas, y la mente enclaustrada,
éxtasis para Canija, y la agonía queda afuera.
Iba a decir sin poder verte de frente: ya corta mis venas,
llévate mi nostalgia, prefiero amar o estar muerta.
Recurro a los artificios, la química es buena,
ve esas luces, ve cuanto amor me inunda,
¿Cuánto calor hace?, mi cuerpo se desnuda,
nada me cansa, nada me abruma…
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