Voy en el carro con mi papá que me lleva al trabajo y al detenernos en un semáforo un niño se nos acerca. Su camiseta blanca está agujerada en las mangas y los pantalones, que alguna vez fueron verdes, casi alcanzan un tono gris. Tendrá unos ocho o nueve años. Tez morena clara, ojos grandes y obscuros, delgado. Comienza a jugar con un juguete, que es como un silbato, frente a la ventana de mi papá. Hace ruidos graciosos y nos sonríe y mi papá le pregunta que hace y el sólo contesta levantando los hombros como diciendo: “no sé.” Y entonces dice: “jugando con esto.” Parece no saber pedir dinero ni saber lo que hace ahí, pero me da ternura verlo divertirse con su juguete y sonreír.
Mi papá dice ya haberlo visto antes sobre la misma avenida, iba con mi mamá quien le regaló unas semillas de calabaza saladas.
Sólo unos días después como a las diez de la noche fui con un par de amigos a cenar una pizza después de nuestra última clase para celebrar que el semestre había terminado y habíamos concluido con buenas calificaciones.
Estábamos cenando en las mesas de afuera cuando se acerca un niño y nos dice algo así como: “estoy pidiendo dinero para la operación de mi hermanita.” Lleva una bolsa de paletas de bob esponja en la mano y yo saco mi cartera y saco unas monedas sin ver y se las doy. Él me da dos paletas.
Sigo platicando con mis amigos y él se queda contando el dinero, entonces me dice:
- ¿te di dos paletas verdad?
- Sí.
- Entonces te falta, porque cuestan siete pesos cada una.
- ¡Pero no me dijiste que las estabas vendiendo! Tú me pediste dinero nunca me dijiste ni cuanto costaban y solo me diste las dos paletas.
(Se sonríe y no dice nada)
- Ok. Dime cuánto me falta.
- Mmmm (se queda contándolo una y otra vez pero no logra hacer cuentas).
En eso me doy cuenta que es el mismo niño que ha visto mi papá en la avenida y precisamente estamos sobre esa avenida.
- ¿Cuánto dinero tienes? (Dice un amigo que no tiene la voz muy varonil que digamos)
- Cuánto dinero tienes. (Repite el niño arremedando a mi amigo con tono burlón) Oye, ¿tú no deberías tener la voz como hombre? ¡Se te oye de niño! (se ríe a carcajadas burlándose).
Todos reímos brevemente y después reanudo la conversación.
- ¿Cuánto dinero tienes ahí?
- once pesos.
- Así que sabes que te falta dinero pero no sabes cuánto.
- No, no sé. (y se rasca la cabeza con algo de frustración).
Veo que le estoy causando conflicto al hacerlo pensar así que mejor así lo dejo, me sonrío, saco tres pesos y se los doy.
Mis amigos sacan dinero y le compra una paleta más cada quien. Mi amigo le despide diciendo:
- Vete con mucho cuidado, no te arriesgues en la avenida.
- Sí. Gracias, ¡adiós!
Lo observo retirarse y cruzar la avenida corriendo entre los carros. Se queda en medio, en el camellón.
Me doy cuenta que es un niño normal como cualquier otro. Juguetón, burlón, simple, platicador. Y entonces me pregunto quién lo tendrá ahí día y noche pidiendo dinero sólo sobre la avenida corriendo entre los carros. ¡Porqué ni siquiera sabe pedir! ¿Será que realmente está por necesidad, voluntariamente para ayudar a su familia? Y si tiene una familia, ¿dónde está? ¿Su hermana realmente necesitará una operación? ¿Tendrá una hermana siquiera?
Me quedé con muchas dudas, muchas preguntas, que tal vez nunca llegue a saber. No lo he vuelto a ver en la avenida desde entonces, pero pienso en él. En su rostro de inocencia, su sonrisa y su simpleza de niño. Espero se encuentre bien.
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