En todos los edificios de la ciudad existen diversas historias, unas
buenas otras atroces. Lo que muchos no saben es que en unos cuantos existen
maldiciones que caen en la gente con tan sólo poner un pie dentro y ni siquiera
lo notan. Estos lugares deberían tener algún tipo de señal, para que ningún ser
viviente sobre la tierra vuelva a entrar en ellos.
Era un día normal para Suero, sí, ese es su nombre el cual raramente
significa “cuidador de cerdos”. Suero estaba en clases y de repente se quedo
dormido, tuvo un sueño que a decir verdad le provoco un poco de problemas, pues
el profesor tuvo que sacarlo del salón de clases debido al sobresalto al
despertar. Varios de sus compañeros le preguntaron si sentía bien antes de irse
a casa, él nunca contesto.
Ya en el camino parecía
desierto de la mirada, aunque su cabeza era un torbellino de ideas, nunca contó
que fue lo que soñó, es más ni siquiera quería saberlo él.
Desde ese día la vida de
Suero se tornó extraña, verdaderamente extraña. Algunas noches tenía esa
especie de sueños raros en donde se le revelaban muchas historias, muchas
verdades…
Para ser exactos cada uno
de esos sueños le describía las maldiciones que contenían los edificios de alrededor,
verdaderamente era un martirio tener conocimiento de los misterios que
albergaban estas construcciones.
Pasó unas cuantas semanas
pensando que hacer con eso que le acontecía, era de su plena conciencia saber
que no podía entrar en ellos o cualquier cosa podría caer sobre él. Suero quería
ayudar pero no sabía cómo, una noche un hombre apareció en sus sueños y le
dijo: “Pinta algún muro de los edificios malditos de negro, tal vez no todas
las personas te entiendan pero lograrás salvar a las que siempre están atentas”
Desde ese entonces se dedica
a pintar edificios y aunque sus compañeros lo reconocen como a alguien raro,
Suero esporádicamente no entra a sus lugares de trabajo…
¿Tú haz visto alguno?
JPS
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