Conocidísima en la Nueva España
paseaba la ufana Catrina
con revuelos de seda fina
y caros broches de porcelana.
La flaquita caminaba buscando
a una mujer, buscaba la catrina;
Magdalena del Carmen Frieda
que en su apellido llevaba Kahlo.
Por entonces Frida pintaba,
y era novia de un gran sapo,
eran el sapo y la palomina
un amor inmortalizado.
La muerte debía llevársela,
ya muy temprano en su juventud,
pero la aplazó a plenitud
al verla en pobre agonía.
Fue entonces que en murales,
en museos, en compañia,
la huesuda con júbilo,
deslizó su fría mano.
"Frida el tiempo ha acabado"
Dulce sonrisa a la trágica vida,
despidió la pintora Frida
con la mano de Diego amado.
Frida y Diego más allá de la muerte
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