14 de octubre de 2012

La desaparición del cadáver de Ernesto



Mientras mi novio fallecía en la cama, yo me encontraba al borde de un pensamiento tardío a una solución. Santi se encontraba ahí acostado débil como alfeñique, caquéctico por la cantidad de días que había dejado de apreciar la comida, su facies hipocrática me recordaba a cualquier coma premortem, el pobre vaya… ya no respondía a mis caricias y su respuesta a mi voz tardaba cada vez más en volver…

Lector lo que estoy a punto de describirle le parecerá difícil de creer, pero ante todo le pediré que abra su mente, que cierre sus labios y de ser posible que ponga mucha atención.

Aquella noche fue un jueves once de octubre, afuera el ambiente estaba muy húmedo, los relámpagos caían con tanta frecuencia iluminando los nubarrones negros y ningún trueno se escuchaba. Iba manejando rumbo a mi casa después de haber tenido una noche muy ocupada en el hospital donde trabajaba y lo único que quería era llegar y dormir; fue entonces cuando giré para estacionarme que lo vi tirado frente al árbol que se encontraba en medio de la cochera, inmediatamente me bajé a revisarlo, estaba totalmente soporoso y balbuceaba palabras que apenas entendía.
  • ¡No.. murió, murió!
Preocupada lo metí a la casa y lo recosté en el sillón de la sala, fui por mi material médico para determinar que le sucedía pero cuando volví se encontraba en un shock indeterminable, simplemente tenía un perfil enjuto más allá de su delgadez normal, sus mejillas estaban hundidas, la nariz se le había afilado,  tenía sus globos oculares más afuera de lo normal como si algo lo hubiese impresionado fuertemente; revisando un poco más encontré que había cianosis en sus labios que otrora fueran más rojos que los míos y estaba completamente deshidratado.  Inmediatamente lo subí a mi cuarto con dificultad, su actitud era apenas instintiva y puesto que tenía su cabeza contra mi hombro oía su respiración acelerada a través de aliento sobre mis oídos, su boca espiraba tan fuerte que movía con insistencia los bordes de mi blusa además de que se encontraba sudando demasiado.

Cuando lo recosté vi a alguien muy diferente de la persona que había estado amando por estos tres años, sin embargo finalmente cuando logré estabilizarlo en lo posible me retiré a darme una ducha. Salía de bañarme pensando todo el tiempo en que se trataba de probablemente de alguna situación de ansiedad o que lo habían robado y por eso estaba tan asustado, me acerqué hacía el espejo con el cabello aún mojado, el vapor inmediatamente empañaba el vidrio cada vez que yo pasaba mi mano y me observaba entre movimiento y movimiento pensando en que estuviera bien, en lo que podría haber ocurrido, pero fue cuando pasé mi mano por el espejo cuando lo vi detrás de mí con la mirada fija, me había asustado de tal manera que al voltear para verlo directamente había apoyado mi mano sobre un par de vidrios que había dejado en la mañana cuando rompí un vaso que usaba para enjuagarme la boca, pero al voltear él no estaba. Tome una de las toallas y la enrede en mi mano, fui a revisar a Santi y se encontraba despierto pero sin moverse, me acerqué a él con precaución y al mirarlo tenía los ojos entreabiertos con una mirada interrogante y ansiosa, su mentón estaba prominente como si hubiese deseado decir algo, sus ojos estaban pálidos secos y vidriosos, denotaban dolor aunque no sabía de qué sufría; me acerqué un poco más intentando moverlo pero sus movimientos eran lentos y torpes cada vez que probaba sus reflejos, ya había tomado una coloración azulosa alrededor de la mirada y una palidez extraña y marmórea en el rostro, su boca se hallaba entreabierta,  y en sus mejillas había unas manchas héticas, su respiración –sentía mientras lo observaba- se iba desvaneciendo con cada minuto.



  • ¡Santi háblame!, ¡Por Dios dime qué sucede, ¿qué te pasó?! ¡SANTI!- Finalmente pareció escucharme y su mirada vaga se torno hacia mí.
  • ¡Paulina, mi tío me visitó!- Finalmente había exclamado y me lo dijo con tal pavor que casi creía que me lo decía como si de verdad hubiese visto a su tío en vida; sin embargo pensé que se había tratado de un mal sueño y que debido a su cardiopatía sólo se encontraba mal por el susto. – De verdad Paulina lo vi, estaba al pie de mi cama parado con su postura militar frente a mí, él me advirtió, me dijo que… nos dijo que… ¡El día en que se muriera nos visitaría!, ya visitó a Rodolfo y a Héctor, debo seguir yo!
  • ¡¿De qué hablas Santi?, pero si tu tío ya falleció ¿cómo te va a visitar?!
  • De verdad Paulina, no te miento, el me visitó.
  • Estás loco, seguramente fue una pesadilla o lo alucinaste.
  • No Paulina de ver…- pronto un grito ahogado escapó de su garganta y empezó a retorcerse en la cama de dolor y tan sólo medio minuto después se quedó quieto y… falleció. Horrorizada sin saber qué hacer llamé al hospital, necesitaba determinar de qué había muerto. Llamé a sus hermanos Héctor y Rodolfo, ambos se escuchaban asustados y empecé a preocuparme de que también pudiera pasarles lo mismo que a Santiago, eran amigos cercanos míos y no deseaba lo mismo; después de que los de autopsias habían llegado para llevarse el cadáver y después de responder unas preguntas me dirigí hacía la casa de Héctor.

Al tocar a su puerta nadie abrió, grité por su nombre hasta que finalmente la puerta cedió, era él y estaba pálido, delgado igual que Santiago y tenía su mirada paralizada, entré lentamente y me siguió hasta el comedor, encendió una gran vela de un olor extraño que empezaba a impregnar la casa entera; sentada frente a él empecé a interrogarlo.

  • ¿Por qué te ves así, qué te pasó?
  • Paulina estoy muy mal… no he podido dormir, no he podido comer, estoy muy asustado.
  • Pero ¿por qué?
  • He estado viendo a mi Tío Paulina, con su cara rectísima, ese adusto mirar, su garbo imponente y ¡ese estúpido traje militar!
  • Pero qué dices, estás loco, su tío ya falleció, ¡está muerto!
  • ¡Paulina eres una tonta, no sabes lo que sucede!
  • ¡¡Pues dime!!- Le dije con las lágrimas brotando tal epifora sobre mis ojos. -¿Qué no te das cuenta? ¡Tu hermano falleció, mi novio murió, ¿qué no entiendes!
  • Paulina lo siento, es que no, no es posible, pero necesito decírtelo, a Santi ya se lo llevaron y no quiero ser el siguiente, quiero decirte todo- Cerré mi boca y mi expresión denotaba desesperación y miedo.
  • Dime…
  • Hace tres días nuestro tío Ernesto falleció, pero hace una semana antes nos había mandado llamar, él deseaba que nosotros lo cuidáramos cada uno por dos días, sabíamos que él estaba a punto morir y no queríamos realmente estar cerca de él hasta que pasara, tú sabes lo terrible que es ver morir a alguien… ¡fuf!... el último día antes de su muerte acudimos con él, nos sentíamos culpables pero in articulo mortis nos miró y dijo fuertemente “No quisieron acompañarme, yo que los he cuidado, y ya verán, ¡cuando me muera los visitaré a cada uno y vendré a llevármelos conmigo!”, después de que dijo eso algo en su garganta pareció atorarse, tenía movimientos carfológicos y después dejó de moverse… pasó a mejor vida. Los tres estando aterrorizados vimos como un líquido blanco escurría de su garganta llenando toda su boca, el cristalino de sus ojos cafés se había opacado totalmente como una nube blanca, su boca estaba seca y entre abierta, los ojos se le habían hundido al igual que su piel acartonada, y el estomago finalmente se había hundido. Estaba rígido y en ese momento no lo tomamos en serio Paulina, en ese momento sólo nos fuimos callados; después del velorio nos fuimos juntos detrás del ataúd rumbo al cementerio que se encontraba en la colina a las afueras de la ciudad, los tres subimos lentamente detrás de mis demás tíos que cargaban el féretro, cuando finalmente lo colocaron encima de las bandas grises que descienden hasta el hoyo de tierra decidimos abrir el ataúd para percatarnos de que efectivamente se encontrara ahí mi tío, cuando abrimos la tapa donde se debía encontrar su rostro y la mitad de su cuerpo …. ¡YA NO ESTABA!.

  • Nos asustamos, cerramos la tapa y bajamos a toda velocidad las trescientas escaleras de la colina del cementerio.  Esa misma noche ya lo habían enterrado o al menos el sarcófago y nosotros estuvimos toda la noche pensando en que hacer, Rodolfo se había quedado dormido por unas horas y pasadas las tres de la mañana se despertó gritando que lo había visto, decidimos irnos cada quien a su casa esperando que sólo fueran sueños molestos pero por lo que veo… de verdad piensa cumplir su promesa- Después de que hubiera terminado de contarme esto, decidí irme, no podía creer que esto estuviese sucediendo de verdad, manejé unas dos horas dando vueltas por la ciudad pensando en que hacer, hasta que decidí que iría directo al cementerio a averiguarlo por mí misma, recogí en mi casa la enorme pala que estaba en el cuartito de atrás, y llamé a mi vecino Terramicino; Terramicino era un joven que siempre me había ayudado con las labores del jardín, le daba empleo en lo que conseguía otro en uno de los viveros de la zona, y había demostrado ser alguien de confianza siempre fuerte y seguro, y yo  necesitaba un cómplice.


Conduje rápidamente al cementerio, subimos con dificultad las trescientas escaleras, y tuvimos que romper el candado de las rejas para poder pasar. Terramicino cavó toda la noche mientras me encontraba al pie del agujero, finalmente un golpe de madera se oyó debajo de la pala y ambos bajamos a tratar de descubrir la tierra, para ese entonces los relámpagos de esa noche se habían dejado acompañar de una lluvia intensa, todo se encontraba oscuro más allá de lo habitual como cuando está por amanecer. Terramicino abrió el ataúd por la cabecera y efectivamente… no había cuerpo alguno, sin embargo no desistí quise saber que más podría haber, alguna ropa, algún accesorio o lo que fuera que diera pistas de que pasó, entonces le pedí a Terramicino que abriera la segunda parte del ataúd fue entonces cuando tal sobresalto me invadió, Terramicino tuvo que sostenerme del brazo para evitar que cayera y derrumbara la tierra de una de las paredes del agujero de dos metros, me sostuve temblando y me volví a asomar a lo que parecía la explicación más increíble.

Don Ernesto se encontraba al fondo de la caja y sin piernas… ¿Cuál era la explicación? Resulta que  Don Ernesto como veterano de guerra tenía entre sus mayores recuerdos de arañazos y trofeos, la amputación de dos piernas por una bomba del 47’, y usaba prótesis para ambas piernas. Cuando subieron el féretro por la colina de las trescientas escaleras el cuerpo se había deslizado hacia abajo con la inclinación después de que la funeraria le había retirado las prótesis, entonces cuando Santiago, Héctor y Rodolfo habían abierto el féretro naturalmente no encontraron nada porque habían abierto la cabecera del mismo.

Pronto acomodamos el cadáver en su lugar,  dijimos una oración para evitar sentir la culpa de la exhumación del cuerpo y volvimos a tapar el hoyo, salimos de ahí y dejé a Terramicino en su casa mientras me dirigía a la casa de Héctor y de Rodolfo que yacían en un estado de shock por el pánico,  sin embargo aún algo me aquejaba, si bien es cierto que el cuerpo estaba al fondo de la caja no explicaba cómo es que el cuerpo se encontraba volteado ni el hecho de que dentro de uno de sus bolsillos se encontrara el reloj que tenía puesto Santiago cuando lo recibí en mi casa esa misma noche… preferí no indagar más y sólo explicarle el asunto a Héctor y Rodolfo y esperar que sólo este pánico ocasionado por un viejo tío fallecido hubiera sido la causa del infarto de Santiago…



P.D. Ahora me tocó publicar en este bello 14 de Octubre, pero un 14 de Octubre de 1995 nació mi hermano y deseo extenderle un bello y feliz cumpleaños, el mejor que nadie se acuerda desde pequeño de todas las historias de terror que le inventé alguna vez y también de todos los relatos de miedo que le leí alguna vez, eres un gran hermano NVG, te quiero. Saludines a todos los lectores asiduos y accidentales. Disfruten y comenten (:

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