¿Falta algo?
Qué terrible es morirse cuando nos falta
algo, terrible es la ausencia de todo o casi cualquier cosa, ausencia de luz,
ausencia de felicidad, ausencia de espacios; México pareciera encarecer de
espacios cada vez que el gigantesco personaje moderno lustra sus pies con la
fauna y flora que siempre fue imponente en América, y las desecha luego que
semejante espacio es otro más rentable con escombros de lo último consumido por
la humanidad, pero la realidad es que existen espacios en México que convergen
aún con el hombre en ese crisol que algunos disfrutamos del follaje, del
lenguaje de un trinar desconocido en el fondo de una laguna cristalina.
Hace algunos años estuve considerando
quedarme en algún lugar, estar en algún lugar, éste lugar concurría en un viaje
que tuvo muchos momentos terribles pero uno de ellos basto para enjuagar todas
esas malas vibras y ese lugar fue… La huasteca potosina, específicamente Las
cascadas de Tamasopo.
Las cascadas de Tamasopo, este escenario
salido de aquellas mejores películas está pulida de una naturaleza majestuosa,
es un lugar cuyo nombre significa “Lugar donde gotea o Agua que cae”, esto por
la infinidad de cascadas que descienden del río principal. Cuando salí de San
Luis Potosí, tardamos aproximadamente 3 horas y media en llegar por la ruta
México 70. La verdad yo no sé llegar a
los lugares, yo doy con los lugares, pero como verán donde pregunten, incluso
en el centro de San Luis Potosí donde se encuentra la catedral y la plaza principal,
cualquier vendedor ambulante –quienes por cierto son muy amables con el nuevo
viandante- sabrán decirle con toda seguridad por cual carretera irse. Cuando vayan por la carretera de ir en carro, váyanse
con precauciones ya que el tramo hacia Tamasopo es angosto, hay pendientes
bastante pronunciadas y muchas… ¡muchas curvas! y pues aclarando que en épocas
de lluvia, todos estos riesgos aumentan, así que conductores sean amables, llévenlo
con calma, cualquier tiempo que se tome vale realmente la pena.
El recorrido fue algo así, durante el tramo
nos habíamos detenido en una gasolinera para descansar un momento de tanta
curva, finalmente cuando avanzamos y llegamos lo primero que encontramos fue un
poblado bastante tranquilo, con personas muy amables; como si el mundo de allá
afuera al que estamos acostumbrados fuera tan industrial que al notar a los
habitantes pareciera que en realidad se vive bastante bien y pacífico, las
mismas direcciones te indican cómo llegar hacia las cascadas que se componen de
tres muy juntas la Cascada de Micos, Tamasopo y Puente de Dios, nosotros
acudimos a las de Tamasopo. No sé como describirlo porque nunca me tocó
recorrer algo así de bonito y natural.
Es muy difícil describir como todas sus
cascadas desde las más altivas a las más graciosas y pequeñas converjan de ese
color celeste aguamarino del Mar Caribe con un verde frondoso y vibrante de una
selva tropical que pareciera inexplorada, un hermoso lugar escondido entre la
selva y la montaña.
El lugar principal es un ancho acantilado
del que caen múltiples cascadas que van inundando danzarinas un suelo llano de
piedra que se deposita en un lago de diferentes relieves en el que conviven
varias especies de peces y algunas otras aves que dejan su majestuoso plumaje a
la vista del espectador. Todos esos desniveles de suelo forman múltiples caídas
y riachuelos. Todo esto afortunadamente pueden disfrutarlo de cerca; existen
senderos de madera y cuerda a manera de puentes colgadizos, senderos de piedra
caliza y follaje que inunda las aberturas de una escalinata que te permite
llegar por encima donde inicia la más hermosa cascada de Tamasopo, eso te
permite ver el paisaje desde arriba.
El lago donde me sumergí poseía cantidad
infinita de peces y diversas profundidades que iban desde llegar a mis delgadas
pantorrillas hasta alcanzar mi cuello. Lo único que les diría es que siempre
tengan precaución con la caída de la cascada puesto que tiene una fuerza y una
corriente también, por todo lo demás en verano y primavera el agua es cálida al
tacto y de verdad muy cristalina.
Yo también recorrí un camino muy
interesante, resulta ser un fragmento antiguo de un acueducto que se acompaña
de una infinidad de especies, desde graciosas mariposas que se posan en las
hiervas gráciles que caen del acueducto empedrado hasta pequeños caracoles que
recorren las piedras de las ruinas de un antiguo molino de caña de azúcar. Por
lo que sé, allí vivía una comunidad Tenek, de cuyo origen del significado
deriva Tamasopo “Agua que cae”. Está
abierto desde las 7 de la mañana hasta las 8 de la noche con un costo mínimo de
$20 pesos en MN por persona y si vienen en auto $20 más por el estacionamiento.
La verdad es un lugar que por cuyo costo no se compara con la belleza de lo que
vi ahí, les recomiendo mucho que vayan, y que no les falte ese “algo” por
descubrir.
Todas las fotos son propiedad de su autora.
:) esta padrisimo!
ResponderEliminarGracias Alejandro, cayendo en cuenta que sin querer le robe el lugar de publicación :S perdón no me acordé u.u
Eliminar