Tenía
más o menos 2 años y medio, cuando papá tuvo que viajar al extranjero por
motivos que en ese momento no entendía. Siempre fui muy apegada a él.
Crecí como hija única durante algún tiempo, entonces aprendí a hacer de mi
imaginación mi mejor instrumento. Tenía que inventarme cosas para no aburrirme
tanto y con más razón, si mi compañero de juego faltaría a nuestros encuentros
mágicos.
Papá, mi compañero, me enseñó que los juguetes tienen voz, el primer juguete
que me regaló es un payaso, tendría meses de nacida. Se ponía el muñeco frente
a la cara y fingía que "Chabelo" me hablaba.
Lo extraordinario de "Chabelo" es que conforme los años pasaron
también fue envejeciendo con mi papá; se hizo jorobado, calvo (sus chinos se
deshicieron) y se lleno de canas, por esa razón siempre decimos que es el
muñeco vudú de mi papá.
Siendo fiel a esta enseñanza cuando el partió, tome cierta predilección por mi
teléfono, el que movía los ojos cuando lo arrastraba, un día decidí que ese, sí
ese, sería mi eliminador de distancias.
Me senté, cogí el teléfono y comencé a hablar con mi papá, sí lo sé, fui la
novedad y más de uno me miro con cara de: "¡mira pinche chamaca!"
Yo escuchaba la voz de mi papá por ese auricular, ¡lo juro!. Pasamos muchas
horas hablando, mientras él me platicaba como estaba allá en la distancia.
El teléfono no sólo tenía voz, tenía toda mi esperanza.
JPS
Me gustó mucho por la manera de expresarlo, simple pero muy nostalgico!! gracias
ResponderEliminarGracias!
EliminarNada mejor cuando hacemos nuestros propios vínculos a pesar del ser amado que está muy lejano a nosotros... me gustó :)
ResponderEliminarHarto agradecimiento mi Cecilia
Eliminarme gustan harto tus entradas y la manera en que las cuentas
ResponderEliminarUste' también es digno de mi admiración
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