9 de marzo de 2013

Ferrari F512M hecho en Malasia


Siendo sincero mi infancia no fue muy placentera. En todo sentido. Pero si hay que ser específicos no recuerdo nunca haber tenido (hasta la fecha) un cumpleaños feliz, salvo una sola vez.

No recuerdo en que onomástico fue (o sea a los cuanto años) pero fue la única fiesta en la que estuvieron invitados mis amigos. Las demás por lo que puedo ver en las fotos hay niños que en mi vida he visto y volví a ver; que la prima de la sobrina que vive en Aguascalientes y vino de visita. Siempre mis fiestas estuvieron llenas de adultos, SIEMPRE y aunque tenía millares (literalmente) de amiguitos fuera de casa, estos rara vez eran invitados. No porque mis padres fueran malas personas, sino porque no teníamos dinero.

Las fiestas eran de adultos porque mis tíos y demás parientes llevaban la comida, los refrescos y el pastel. Coincidentemente no tengo primos de mi edad, a la que me encuentro más cercano me lleva 9 años.

En esos tiempos recuerdo que en una papelería cercana vendían muchos cochecitos Hot Wheels, era toda una vitrina llena de esos vehículos que brillaban bien bonito, y el que llamaba más mi atención era una Dogde Caravan color vino. Quien sabe porque. Costaban 10 pesos (¡10 pesos!) y a mí me parecía que me estaban pidiendo un riñón. Literalmente un riñón, a esa edad sabia ya muchas cosas que uno apenas descubre (en mi caso redescubro) a los 24 años.

Siempre fui un niño frustrado. No tuve lo que quise en navidad. No fui tan hábil en los deportes como quise. De alguna manera siempre fui el niño que cae bien pero se te olvida que existe una vez que no lo tienes a la vista. No tuve el amor suficiente, un golpe y después una salida al parque no arregla las cosas. Un insulto y después un beso no cubren las heridas. Me enfrentaron a muchas cosas durante mi infancia que ahora entiendo porque después estuve ebrio esperando no llegar a casa.

Pero si hay algo bonito entre todo aquello es esa fiesta épica. Épica para mí. Estuvieron muchas personas que justo ahora no sé nada de ellos. Todos mis amigos y amiguitas de la cuadra, TODOS, estuvieron ahí conmigo. A ciencia cierta a hoy no sé cómo se costeó esa fiesta y realmente no me importa.

En esa época jugábamos mucho la conocida “metita”, ese juego de crear autopistas gigantes con gis o siguiendo un patrón del suelo con cochecitos en donde con tres empujoncitos se va avanzando, y hay pozos y calabozos y barrancos y selvas y lagos y derrumbes. Para eso quería la Dogde Caravan que en el comercial de tv se especificaba que era elegante y dinámica para cualquier tipo de camino. Así que yo quería ser elegante (a los 6 años me sorprendió la imagen de Humphrey Bogart en una revista Vanidades de la cual mi madre era fanática) y pues dinámico para esas pistas que hacíamos.

Para ese entonces yo jugaba con un carrito todo aplastado al que ya no le giraban las ruedas.

Mi tía (quien se caracteriza por llegar por lo menos con dos horas de retraso a todas las fiestas) llego a la fiesta cuando ya me salía a jugar con mis amigos precisamente metita. En ese momento al decirle a donde iba me dio mi regalo (raro en ella que da los regalos casi dos meses después de la celebración, es bien particular mi tía): un par de ¡Hot Wheels!

Una camioneta todo terreno tipo Rally Baja 1000, la cual no me sirvió para el juego porque se iba chuequecita, y un Ferrari plateado chulísimo. Mi madre me dijo que no los usara porque eran “originales” y estaban muy bonitos (no me lo dijo como regaño sino con cierta condescendencia digna de quien no tiene nada que ofrecerte a cambio de ello) pero me tía le insto a que de eso se trata, de usarlos, de jugar. Curiosamente le pregunte a mi primo (experto en automóviles) que si el Ferrari es elegante (me parece muy sobre saliente que a esa edad supiera quien es Bogart y haya visto de refilón Breakfast at Tiffany’s [mi película favorita en la vida] y no supiera que es un Ferrari) y me dijo que sí.

Desde que tuve ese cochecito rara vez alguien llego a ganarme, no porque corriera mucho, ni porque fuera dinámico y elegante, sino porque ahora a través del tiempo me he dado cuenta que ese automóvil representa esa fiesta, esa época y sobre todo, esa felicidad que hace que se apretuje el estómago. Y todo mundo sabe que con felicidad se logra lo que se quiera.

Después los tiempos mejoraron en mi familia y tuve cientos de Hot Wheels (no literalmente) pero aquellos nunca ocuparon el lugar de ese Ferrari.

Y a hoy, es lo único que me queda de mi triste infancia. Un recuerdo feliz.

Fin.








-Alejandro-

3 comentarios:

  1. Esta sin duda es de las historias que me han gustado, la realidad no es esa pieza bella y mágica que crece con los años, es una dura realidad que se transforma en algo más tolerable con el tiempo... bueno, eso pienso yo. Saludos y abrazos.

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  2. excelso.
    es bonito guardar esos objetos que te anclan al pasado y reviven buenas emociones

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  3. Con todo esto de los juguetes de la infancia, a mi me estaba dando el sentimentalismo, ya me dio u.u

    Tu Ferrari en mi caso, es la barbie que me alcanzaron a comprar, no era la que anunciaban en la tela pero como la ame. Hoy cuando la veo no puedo evitar sonreír.

    =')

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Póngase su traje y tanque de oxígeno, sea bienvenido a La Luna.

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