2 de marzo de 2013

Anécdota personal


Socioculturalmente (palabra cremosa) niño o niña es cualquiera que según las condiciones económicas, las costumbres o creencias de cada cultura en que el concepto de infancia termina hasta que se ha alcanzado la madurez suficiente para la autonomía y para el ejercicio de la responsabilidad, entiéndase que todo esto pueda variar en la forma de aprender y de vivir de cada cultura. En lo personal, si viví mi infancia, la viví bastante bien, no hablando económicamente que en realidad se trató de una infancia carencial pero sí en el sentido de experiencias diversas.

Hace 11 años vivía en un sitio diferente...

Frente de mi casa antigua

Recuerdo que... todas las madrugadas cerca del amanecer se escuchaba el sonido de los camiones a lo lejano y el canto de un gallo que vivía en una granja cercana por la que pasaba todos los días cuando iba al kinder y en el cual todos los niños siempre acudíamos a alimentar con heno a un caballo, en la madrugada también se veían por la amplia ventana (de aquellas viejas que llevan una contraventana y los seguros las hacían cerrarse girando una palanca) la silueta de los gatos que merodeaban el yonke que se situaba atrás de mi casa. Las mañanas en mi infancia eran bastante simples, desayunar, ir a jugar o ir a ver televisión; en aquella casa que era amplia teníamos una sala exclusivamente para jugar y era ideal ya que no podíamos salir a la calle porque era en realidad una vecindad algo peligrosa, y donde generalmente los autos siempre pasaban como alma que lleva el diablo.

Jugar era toda una experiencia para mí, no tenía mucho pero me agradaba fabricar mis propias muñecas de papel, las hacía de varias hojas, amplias, gigantes y sin color, con cabellos de tiras y con rectángulos por piernas y brazos. Era ligera y me gustaba aventarla hacia arriba y verla caer, eran las cosas simples con las que antes uno podía divertirse, después de eso mi primer muñeca barbie fue hasta los 10 años. Otro de los juguetes que en ese entonces estilábamos comprar, eran los luchadores de molde que vendían en las "tienditas de la esquina" que costaban como 5 pesos en moneda nacional, y todos eran iguales, lo único que cambiaba era el color del monito y de la capa.

Esos juguetes mi hermano y yo siempre acudíamos a comprarlos cuando visitábamos a mi abuela (que en paz descanse) que siempre nos daba 10 pesos para comprar papas y jugos. Divertirse como dije, era bastante sencillo, porque hasta los famosos jugos Boing los utilizábamos para inflarlos y tronarlos. 

Otro de mis juguetes favoritos fueron los títeres de tela y madera, estos títeres vestidos con ropas rurales y sombrero de paja eran una viva distracción que podías mantener danzando por un largo rato cada cuando te tocaba esperar en alguna sala de espera de un seguro, o en la plaza del centro de la ciudad donde más se vendían y más que nada en el mercado siempre los podías encontrar coloridos y vestidos de muchas formas y texturas. Aunque casualmente siempre terminaban rompiéndose los hilos de donde se sujetaban. 



De los juguetes con los que más adelante conviví cercanamente fueron los carros Tonka, por alguna razón las familias que luego se desplazaron de la vecindad hacia otras que mi abuela rentaba solían abandonar muchas cosas y entre ellas fueron precisamente los carros Tonka, artefactos que simulaban a las de maquinaria pesada reales. 


En las que nos gustaba mover tierra o piedras y eran todas de metal y totalmente funcionales. Otro de los juguetes que abandonaron fueron un juego de canicas color vidrio ámbar, con las que en la colonia hacíamos múltiples competencias. Más adelante luego que los noventas avanzaban hacia el siglo 21 un juguete que nos tenía encantados a mi hermano y a mí, era el View Master, el View Master era un miniproyector a luz en el que ponías unos discos de papel con diminutas laminillas que contenían diversas cosas desde todas las esculturas alrededor del mundo hasta dinosaurios de la prehistoria e incluso algunas caricaturas. En aquel entonces nuestro cuarto lo había construido mi padre para hacerlo compartido y bastante amplio, por lo que apagar la luz y ver las figuras de gran tamaño a través de la luz era muy interesante.


Juguetes hay muchos en la actualidad pero ninguno de ellos tiene la fabricación extraordinaria para despertar la imaginación, o despertar un sentido de reliquia valiosa o recuerdo, puesto que tanto plástico y tanta tecnología sustituyen mucho ese primer acercamiento a un juguete que no sirve para entretener si no para manipular, yo pienso que los verdaderos juguetes debían ser manipulables para despertar un cariño y no una sensación de poder desecharse y comprarse otro. En lo personal así yo disfrute mi infancia y así yo desperté mucho a la imaginación en todo aspecto de ella, es por eso que incluso un juguete le sirve más a un niño o lo aprecia más cuando puede construirlo o manipularlo sin necesidad de esperar a que este realice una cosa por si sólo, es decir como si el juego (valga la redundancia) "jugara sólo consigo mismo", es mejor aquel que ni siquiera tiene que costar mucho y es bastante efectivo y entretenido; antes por ejemplo solíamos simplemente romper la parte superior de una botella de plástico y ponerle un globo con una liga, y como en la colonia existían muchos arboles de lilas y moras, solíamos fabricar tiralilas.



Por el momento me he desecho de todos mis juguetes, y tal vez ni siquiera me llama la atención ninguno de los que actualmente existen, pero si le guardo mucho cariño a todos aquellos que hacían de mis tardes una aventura, aún sin embargo conservo un juego de té que un día mientras salía de la primaria mi madre me obsequió, sin ser mi cumpleaños; y fue todo un suceso para mí, el mayor de los sucesos porque generalmente tenías que esperar a los cumpleaños para que alguien decidiera regalarte juguetes (pero casi siempre te daban ropa :C) y en aquella ocasión me tomó por sorpresa este regalo. Hoy por hoy está completamente preservado, una tetera tiene una fisura pero sigue completa y están guardadas en una caja de madera china. Dentro de aquel tiempo también recibí en mi cumpleaños un juego de telescopio y microscopio con muestras en laminillas de Mialegría por parte de una tía que hoy vive cerca de Seol, ese tal vez fue mi primer acercamiento a la ciencia y al que le atribuyo mi gusto por la medicina. 


Finalmente por último agregaré un juguete que sigue obteniendo risas en mi familia, la "Red Wagon", un juguete a manera de carretilla que bien servía para transportar cosas como para subirse en ella; en esta ocasión no fue tampoco un juguete comprado, mi padre se tomó la dedicación de fabricarlo a partir de madera; aunque normalmente las Red Wagon son de metal. Era una mañana de sábado cuando recién empezaba primavera, nosotros vivíamos en la parte más alta de la loma, y nos subimos mi hermano y yo por petición de mi padre, una vez que nos subimos nos empujó por la loma, íbamos tan rápido que nos advirtió que no giráramos so pena de volcarnos, el caso es que un auto se acercaba y no se veía que fuera a frenar, yo giré temiendo que nos atropellaran y el resultado fue que nos volcamos, rodamos por el cemento y la tierra y nos raspamos completamente, ambos llorando y nuestro padre riéndose en lo más alto de la cumbre. Esa es nuestra anécdota familiar y aún nos sigue diciendo lo mismo entre risas y carcajadas "¡Cómo están mensos!, ¿por qué giraron?"



Esa es mi anécdota personal y la historia sobre aquellos juguetes que enriquecieron mucho mi infancia, espero les haya agradado y tal vez a muchos de ustedes les haya traído algunos buenos recuerdos. Saludos :)


6 comentarios:

  1. Muy bonito, hay muchas cosas que han marcado a nuestra generación :)

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    1. Definitivamente Alejandro, tantas cosas bellas que a las subsecuentes han escapado terriblemente..., saludos

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  2. Gracias por compartir una anecdota de tu infancia. Y como comentas, el juguete debe ayudar a despertar la imaginacion del niño, es para ayudarlo a jugar.

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    1. Exactamente, Master, un juguete, sea común o fabricado siempre es una joya para la imaginación de un niño. Saludos

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  3. muy bueno, esos pedacitos de la infancia que siempre van acompañados de un juguete muy querido

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    1. es por lo que uno sigue reviviendo su niño interior n.n saludos n.n

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Póngase su traje y tanque de oxígeno, sea bienvenido a La Luna.

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