2 de septiembre de 2012

Cantársela





Chapulín:  Animal, mitológico alado, incierto y fascinante,
fugitivo de infantes, inervado de inquietud,
con marcha rítmica de alegría exuberante,
que devora los sueños de los que duermen en plenitud.



“Tierra, Luna, Tierra, Sol…Esas son las fases de la luna. ¿Para qué nos pone eso? ¡le dijimos que no¡… Se ve blanca… ¿Algo que rime con gomita?...” Karicia se estaba cansando de los muchachos que ocupaban la mesa de atrás mientras esperaba un libro al que le sacaba copias. “¿Ya quitaste gomita?... Alejandra ya tienes novia nueva… ¡Ay wey!” Más risas escapaban del fondo donde estaban rentando una computadora. Un ventilador solitario falto de efecto para los días de las canículas giraba con el mismo ánimo de una sola batería triple “A”, Karicia giraba el cuello a su alrededor en un intento por estirarse la pereza por mientras que el encargado de blanco con su embonpoint de por medio le impedía atravesar entre dos maquinas copiadoras.


  • ¿Quómo te habes?... eso lo borraré, no tiene por qué estar en la presentación- Karicia se desesperaba un poco, tardaban demasiado en darle el libro y los muchachos no callaban sus juegos “¿Qué nos hace si la borramos?... Sol, luego Marina… Alteraciones en las ondas de radio… ¡Dile, tiene que saber!... Mándale una solicitud a Gomita… ¿Fotosíntesis es como auroras y australias?...”.  Karicia estaba a punto de levantarse para pedirles que guardaran silencio sin usar la típica onomatopeya que alude al silencio pero, sin querer al retirarse de su asiento derribó las copias de un joven que se acercaba a ella justo en ese momento.

  • ¡Perdón, no me fijé, lo siento!
  • No te preocupes, están numeradas, no tardaré en ordenarlas.- El encargado por encima del trabajo tintero de las impresoras y copiadoras miraba con reprobación al muchacho.
  • ¿No son de casualidad las de un libro que estaba esperando?
  • ¿A qué nombre dejaste tu pedido?
  • Aura Karicia.
  • No, este no es. ¿Qué esperabas?
  • Un libro que dejé, se llama… amm deja checo… se llama, El simbolismo real y religioso de San Jorge, el caballero de Capadocia.
  • ¿Eso donde te lo encargaron?
  • Nadie, es un libro que un amigo me prestó para sacarle copias y necesito regresárselo para antes de las seis.
  • Ah….- El joven pareció no interesarse mucho pero luego de un rato que los jóvenes ya se habían marchado, se acercó a Karicia que ya esperaba impaciente – Creo que se tardarán una hora más, ¿No quieres mientras ir a comer algo?
  • ¿De verdad?, humm… okey, ¿Dónde?
  • Hay una fonda al frente, se llama “Las vecinas”, la comida es buena.
  • Vamos con Las vecinas entonces- Rió Karicia con algo de timidez.





El muchacho se veía bastante simpático, en el sentido de que muchos hombres no pueden ser o verse simpáticos sin antes intercambiar algunas palabras con ella, muy a su sentido. Él amablemente se había ofrecido a ordenar y pagar por ella, de una manera tan curiosa que no le permitió a Aura ni siquiera levantarse de la mesa, se sintió algo halagada por las atenciones del joven. Al poco rato lo vio venir y sentarse en el mismo lado donde ella se encontraba sentada. Aura insistió en un poco más de amabilidad averiguando el nombre de él.

  • ¿Cómo te llamas?
  • Eli.
  • ¿Por Eliseo verdad? ¿Trabajas ahí en la copiadora?
  • Sí por Eliseo; algo así, mi tío Chava está ayudándome a pagar algunas cosas… Además patrocina un equipo mexicano de ajedrez que tenemos.
  • ¿Ah sí, cómo se llama tu equipo?
  • Sombras y Leños.
  • Jaja ¿Es en serio?- Eli se burlaba un poco, creo que el semblante de Aura tan fatigado de esperar le incitó hacerla reír por un rato.
  • ¿Por qué andas leyendo sobre San Jorge?
  • Un profesor nos lanzó una pregunta: ¿Cómo puedes comprobar que algo invisible existe?, ¿existe o es parte de algo mental, cuáles son los parámetros para determinar que algo existe?, Por ejemplo, si yo les digo… Veo un dragón, sí, al fondo del salón, ¿cómo comprueban que existe?… Nosotros nos quedamos tratando de desmentirlo, preguntándole: ¿De qué color es?, Rojo; ¿Vuela?, Sí; Pídale que haga algo, que se manifieste, Pues si no es fantasma. ¿Hace algún ruido?, no sé, pero yo ahí lo veo. Poco a poco concluimos que podíamos lanzarle algo encima para hacerlo visible o determinar por medio del calor su presencia, y no recuerdo que más, pero al final nos pidió investigar sobre San Jorge y su supuesta lucha contra un dragón, y determinar que tan real era la leyenda.
  • ¡Qué ejercicio tan curioso!.
  • Si lo sé, y no ha sido lo más raro, constantemente nos cuestiona sobre que tan real o que tan falso es algo, por ejemplo sobre si la uña de gato cura el cáncer, o si es mejor las pastillas de alacrán azul.
  • Me suena a algo familiar que viví, dejé de ser escéptico hace algunos años, pero hace algún tiempo acompañé a mi abuelo Galo a con una gitana, le decimos Galo pero se llamaba Galeufel.
  • Qué raro nombre, ¿por qué le pusieron así?
  • Porque era una combinación de los nombres de sus padres y su hermano mayor; Galinda, Eusebio y Felix. Bueno, fui con mi abuelito Galo con una gitana que vivía en una casa en la que siempre dijimos que espantaban, le hicieron una lectura y le dieron unas nueces gitanas. Sabíamos que esa señora era de las buenas gitanas porque cobraba lo que quisiera uno darle, y pues los malos gitanos te cobran hasta lo que no. Ella le dijo que a su casa llegarían extranjeros desde el otro lado del mundo y que su hijo se casaría con uno de ellos. Mi abuelo Galo guardó sus nueces gitanas en la repisa más alta del ático que tenía en la vieja casa, y pocos años después, mi tío Chava, que entonces era delgado, se enamoró de una mujer japonesa, cuyos padres fueron a cenar a la casa.
  • Yo sigo escéptica de esas cosas sobre el destino, los fantasmas y los tratamientos alternativos, pero cuando suceden ese tipo de cosas que no puedes explicarte como funcionaron, lo primero que me decido es a investigar a fondo.
  • Hay cosas que podrías investigar, pero no significa que encuentres la respuesta siempre, o al tiempo que la necesitas- Karicia empezaba notar una peculiaridad interesante en su interlocutor.
  • Di algo simple pero profundo – Dijo con más simpleza, atañendo a la idea de haber entablado un poco más de confianza.
  • Raspa de coco – Sonrió levemente Karicia, ya no sabía si él estaba jugando con ella o hablaba en serio.
  • ¿Qué tiene eso de profundo?
  • Depende, tal vez nada para ti en este momento pero, para mí es algo que en cierta forma es parte de mi ser, es algo con lo que puedo contar siempre que algo me moleste aunque claro no muchas cosas me molestan… sólo por diversión me relaja y me dejo ir, podría ser lo más cercano a la felicidad que puedo sentir porque no soy muy apegado a mis sentimientos en forma simple…  es algo mío y que nadie puede quitarme lo cual me hace feliz solo a mí.
  • Entonces… ¿te gusta mucho el coco?- Karicia creía que hablaba con un completo loco.
  • ¡Para nada!, lo odio pero amo lo que no me gusta, me aburre lo que amo; sólo porque no entienda algo voy a ignorarlo.
  • Pero entonces… será que me odias en realidad.
  • No… de hecho… me aburres demasiado.
  • ...- Karicia guardó un silencio tan especial, la sonrisa se le escapaba por en medio de su cabello revuelto, y ese coqueto sonreír parecía rejuvenecerla a pesar de su estado un tanto desgastado y revivir la tonalidad de su piel a través de la bata clínica. Eli y ella guardaron un silencio en que se miraron con una sonrisa bobalicona y en ese gesto Eli continuó hablando.
  • Por eso amo cuando alguien se complica.





Al poco rato mientras habían salido momentáneamente al patio alguien se acercó a Eli, un enfermero le había pedido que lo acompañara pues era hora de la toma de medicina en el psiquiátrico. Karicia se quedó viéndolo mientras caminaba hacia la sala del hospital del otro extremo del patio donde se encontraban. Al poco rato Karicia que se encontraba ahí mismo en el psiquiátrico se sentó al lado de Carlos, un hombre con el que le gustaba platicar a menudo y cuya enfermedad lo había llevado a pasar de una personalidad arisca a una más amable y abierta aunque con ciertos problemas psicológicos asociados y una secuela de alucinaciones que le hacían creer que era un pensador literario que había sido encerrado por órdenes del General  Maximiliano justo antes de que él naciera; por supuesto Karicia sólo se aproximaba a hablarle en sus estados más poéticos o filosóficos, a ella le parecía curioso el término de “enfermedad” no por el hecho de asignarle a alguien el estado de enfermo sino porque no existía contraparte que sostuviera la esencia de enfermedad, ¿quién estaba completamente sano y totalmente dentro de las virtudes de estar bien física, mental y socialmente?. Karicia se encontraba haciéndole unas preguntas a Carlos cuando Fer, otro de los inquilinos del psiquiátrico, se acercó con una especie de marcha rara.


  • ¡Karicia, háblele en inglés!
  • ¿Por qué Fer?
  • Ese bato, le juro, habla inglés, es más mire, aquí traigo una revista en inglés- Fer comenzaba a golpear el hombro de Carlos con la revista - ¡Ándele wey, léale en ingleis a la señorita!- Carlos sólo se limitaba a hacerle una seña negativa mientras permanecía callado y Fer insistía - Bueno está bien, pero fíjese señorita este señor, mi compota, habla inglés.
  • Karicia se había quedado sonriendo un rato, y Carlos esperaba que Fer se alejara un poco para acercarse a Karicia.
  • Karicia… no le haga caso… ese tipo, está loco.

Al poco rato, un enfermero se acercó a ellos dos y le hizo una seña a Karicia para que se levantara del pasto del patio.


  • Karicia ¿Cómo ha estado?, le di 5 minutos, ya es hora de su medicamento, ya lo sabe- Le dijo el enfermero ayudándola a levantarse.
  • Si Pepe, ya voy- Acto seguido se levantó sacudiendo el pasto que se le había pegado a la bata, avanzó por las escaleras de cantera por el piso frío y húmedo hacia el recinto. Adentro una de sus amigas la saludaba y enseguida ya se encontraba caminando al lado de ella.
  • Karicia, hola, hoy me pasó algo increíble.
  • ¿Qué te pasó Alicia?- Ella sólo seguía la plática de su compañera de cuarto.
  • Pues tú sabes, sí, sí sabes, soy una gata, hace rato me dejaron abandonada, y pues volé, pero no volé lejos porque necesito cuidar mi hogar, pero volé y ¡se sintió tan lindo!, aunque tuve problemas, porque yo escupo fuego por la boca sino me caen bien, y pues ahorita vine y el enfermero, tu sabes que es mi amigo, mi amigo, el ya me conoce y sabe que volé, pero bueno ya me tengo que ir, quiero seguir otro rato más.
  • ¡Ah Alicia, qué padre, no sabía!, sí nos vemos, cuídate.

Luego de eso el enfermero la hizo pasar a la sala donde se encontraba el mostrador, la enfermera del lado opuesto abrió la gaveta de archivos, saco un pesado archivo amarillento con el nombre de Aura Karicia encima con una etiqueta vieja y verde, mojó la punta de su dedo y pasó las páginas hasta llegar a las indicaciones terapéuticas.


  • Bien Karicia, son las seis, una de 3mg de… Haloperidol y… es todo, toma- Karicia tomó la solitaria pastilla del mostrador y con un vaso de agua la tragó. 

Acto seguido salió de nuevo, se acordó que no había recogido el libro al que le sacó copias y se apresuró corriendo al otro extremo del patio, tal vez ahora si recogería el libro e iría a la casa de su amigo a entregárselo antes de que en el psiquiátrico la obligaran a dormir; porque dicen, según ella, que tiene algo, pero hasta ahora se siente bien y lo único que parecía locura para ellos era que quisiera recoger las copias de un libro y sentía terriblemente que la maltrataran diciéndole que Eli no existía, pero ella sabía que sí porque lo veía todos los días y apenas hoy había podido hablar con él. De hecho se encontraba emocionada, sentía que Eli estaba a punto de Cantársela.






- TPR en colaboración con NV Gómez 


2 comentarios:

  1. Muy bueno, ¿quién puede dedcir que estamos cuerdos o locos?

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    Respuestas
    1. La locura nunca ha tenido límites definibles, sin duda la razón de estar cuerdos nos hace demasiado lineales. Saludos poéticos, gracias por el comentario (:

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Póngase su traje y tanque de oxígeno, sea bienvenido a La Luna.

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