15 de septiembre de 2012

Condensación




Espíritus en la niebla:
Húmedos en la oscuridad del rocío,
Descansando sobre los brazos
Y los sueños pesados;
Conozco mis lugares
Aún después de la medianoche
A tientas y de rodillas;
Están en el laberinto
De los muros eternos.

Encontré un vals compuesto de siete pasos iguales,
Dando vuelta en la esquina,
No es noticia
Que quizás hayan venido por mí;
El olor
De la mañana en su cuello,
El río que flota en los círculos de las venas
Inyectadas de ciudades y vacuidades:
Ella es justo como una mujer,
Con sus miradas atravesadas en la penumbra.

Los motivos
Del ebrio que deambula en la calle,
No son tan distintos
A los de las avenidas en mi cerebro,
Timbres postales
Que se evitan los impuestos,
Son la tristeza
De la sangre pesada como plomo,
Le ame
Por tan solo quince días,
Le extrañe
La eternidad de un minuto,
A veces he dudado
Si su nombre es igual al mío,
Nacimos al mismo tiempo
Pero nos separamos en el filo de miseria.

Cuando los días son breves,
Dos a la semana no hacen una celebración,
Y millones de veces se agolpa la añoranza en la quijada;
El perro ladra y se come la basura,
Sus labios como el azúcar
Revolotean en el lenguaje amodorrado,
Su cabello siente la pereza
De las horas perdidas en las pantallas del tejado,
Su precio, pagado,
Es el fantasma de las cadenas,
He visto su sombra, quizás;
Siguiendo mis entonces;
He visto, seguramente,
A la muerte,
Debo tener cuidado
Que trae la carta para mí.

Escuche a la intemperie
Llenarse de agua y secarse en un parpadeo,
Dije que bastaría
Con un abrigo y sus bolsillos huecos,
Su dulce voz
Es la de una niña que pretende madurar,
No tuve elección
Y me acerque a su boca, al aliento que solía invocar.

Caí en la silla
Rendido y un poco hastiado,
Le mire los pies;
Ella solo sonreía
Y se equivocaba de dirección,
Del este a oeste
Ella seria liberada
Y yo me quedaría
Solo unos días detrás.

Espíritu del viento
Rozando las caricias del desfallecimiento,
Atrapado en los dientes
Que no dejan de sentir,
Viajo por los recovecos
Delicados y suaves de su piel,
Ella estaba perdida
En los pasos que dio una vez.

El dolor del demonio
Oculto en el callejón,
Ha tenido resguardo
En los huecos de los zapatos,
He tenido visiones
De noche con los pies blancos y tibios,
Con los cabellos de mi hermosa mujer.

La ruptura de los huesos,
Calmándose con pastillas
Cafeína y un poco de fe,
Calle abajo
De rodillas y la cabeza agachada,
Ha dicho última palabra
En su navío que nunca partió.

Y quise robarle su paraíso,
Pero ella fue más astuta,
No quise estar ningún momento más
Frente al brutalismo
De una mente llena de sed,
Y después de los caminos recorridos
Allí yace el hombre
Con las moscas y la mayor parte del tiempo,
En el agua, flotando en las narices.














-Nouvelle Cano / Alejandro-

1 comentario:

  1. "Calle abajo/De rodillas y la cabeza agachada,/Ha dicho última palabra/En su navío que nunca partió." Efectivamente muchachon, nunca partió... que triste es ver veleros partir y sentir que nunca se han despegado de nuestro puerto.. Saludos me gustó (:

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Póngase su traje y tanque de oxígeno, sea bienvenido a La Luna.

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