La deshonra justa por las razones más primitivas,
la necesidad que se engrandece al amanecer,
con el pasar de un cuerpo piriforme o de violín,
con los botones de rosa morenos en un pecho de abril,
necesidad que crece, se exalta incontroladamente;
las hormonas hierven sobre las cienes jóvenes
y cualquier sensación es un experimento de placer.
Es el pan de cada día de algunos poetas,
liturgia y sacristía de los que amamos el amor,
de los que esperamos la soledad para satisfacer
las imaginaciones que nos provoca el corazón;
es y no es el origen de todos nosotros,
es y no es con lo que venimos a crear y enaltecer
grandes hazañas con aprendices novatos.
Porque nadie nace para el tabú mayor,
nadie es maestro de los labios íntimos
si no es por experiencias largas y fortuitas;
los jóvenes creen saber manejar su mayor miedo
mostrándose párvulos y desnudos
sólo con la idea de mover algo en donde
existe ese punto risueño y mudo.
Los pioneros del erotismo, los valedores del honor,
los prófugos de la literatura y los entusiastas del bolero
hablan de ello como vividores de sus propios cuentos,
lo recitan, lo hablan, lo gritan a deseos en las noches de zinc,
se lo untan en la mente con falsos recuerdos,
como historias de misterio sobre el sexus,
el punto G, la erección y la rosa de Eva en el oscuro jardín.
Una furtiva sensación de soledad incomprendida,
porque nos hacemos faltos del otro,
y buscamos en vientres y senos expuestos,
en faldas cortas y gemidos ruidosos,
en húmedas experiencias, en cines llaneros,
en cuadros de cerámica de baños sin dueño,
ese temblor que vuelve débiles y fuertes a nuestros cuerpos.
"de los que esperamos la soledad para satisfacer
ResponderEliminarlas imaginaciones que nos provoca el corazón"
me gusto demasiado y debo decir que me encontré en cada verso
Gracias Beto, la verdad batallé para encontrar inspiración, pero al final de cuentas esta mañana algo me salió pensar (:, saludos y besos. n.n
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