La felicidad llega a mis
manos de las maneras más insospechadas
que ni siquiera puedo saber que está apunto de llegar. Cuando los planetas deciden
alinearse en forma de los ojos de Audrey Hepburn, y las deltas de los ríos
fangosos se jactan de estar inundando las orillas de las calles en las que
Charlie Patton me cuenta historias para dominar demonios, y Charlie Parker se
encuentra haciendo bop en tremendas colas de cadillacs inflamados de whisky, cuando
la tumbas de los flamígeros blues de Memphis han entrado en las quinientas
pulgadas de hueso y la medula se retuercen en las finas vibraciones de la
mandolina húmeda como Nashville y caliente como los túneles oscuros de los
amantes implacables de relucen con las mañanas de resaca. Cuando de entre las
entrañas de los años transcurridos puedo ver a las mentes más brillantes de mi
generación ahogadas en hilos de seda disfrazados de oro, puestos por las arañas
incandescentes del neoliberalismo que ahorca con sus monedas a quienes se
atreven a ser prostitutas y padrotes al mismo tiempo, mientras robo las
palabras de Ginsberg subiendo en el Icky Thump.
El sabor de la amarga cafeína que
se derrite en el estómago mientras infecto de humo los pulmones después de
haber devorado la carne/alma/boca. El despliegue de las manos sobre los punteros
Benedetti, como las maquinas no el colmo de los perdidos, en las afueras de la
avenida 608 con las palabras en las pestañas haciéndose las listas poniéndose
en el orden de los ataúdes que se consagraron el cuarto y el séptimo día,
olvídame mujer antes de que yo te diga la verdad, y los diamantes que se
escabullen en mi mente cuando la voz del oriundo de Duluth en las frases
cuchillas bendiciones se valúan en el oro de cada uno de mis dientes. No te
preocupes ojos verdes que ahora en los usos de tu apellido hemos logrado salir
del pacifico en las hormonas de la fiera embravecida a bordo de los mágico
rieles que nos llevaron a aquellos atardeceres en los bosques de niebla con el
auto stop mientras el hermoso Sal y Dean conectaban sus vidas pasadas en el
asiento trasero de nuestro automóvil.
Si, quizás desde que recibí tu
carta ayer me percate que fui feliz por las siguientes tres horas mientras
recordaba el olor de la tierra húmeda en fechas de lluvias que golpean en la
lámina de mi ventana, sabes que es esa, en la que jure pagar con sangre pero no
con la mía, y cuando mate a aquel hombre después de quitarle las vísceras y
haberlas puesto en lugar de las mías. Pero no me mandes más cartas, por favor
ya no, que he estado en la colina un tanto sonriente porque el universo se ha
vuelto a perder y volver a empezar.
Y así es como encuentro la
felicidad. La vida es una enorme prosa que más llena de significados estará, y
después de cierto periodo todo caos será orden y todo orden después será el
infinito hilo de la historia perdiéndose en los papiros de la antropología
comparada, pero nadie podrá quejarse de no haberlo disfrutado.
Alejandro
De lo que me perdí por andar de vago, esta quincena reluce!
ResponderEliminarSaludos, carnal, un gustote que el ombligo y su luna empiece con el pie derecho!
me encanto la ultima parte, bueno toda la entrada pero lo ultimo esta muy bueno
ResponderEliminar"Pero nadie podrá quejarse de no haberlo disfrutado.
ResponderEliminar" :D