10 de abril de 2015

El mar del Eter



Entonces no podemos morir? – Preguntó la ninfa mientras contemplaba su reflejo en el agua del arroyo. Un elfo que se encontraba a su lado tenía rato tirado sobre la hierba viendo las nubes, se giró hacia ella y le contestó con cierto tedio: -“No”


- Pero en mi libro dice que sí, y menciona un lugar…


- El Valle de las Picas lo sé, pero esos elfos murieron en batalla, no por vejez, si es que podemos decir que llegamos a ser viejos. – Dijo el elfo interrumpiéndola, ahora ya con cierto desagrado por el tema de conversación. – Recién acabas de despertar del sueño, para ti todo es nuevo supongo Nyssa.


La ninfa guardó silencio. Se sentó dando la espalda al elfo y comenzó a hojear un libro viejo y grueso que traía consigo. El invierno anterior había dejado el Reino Onírico para siempre y se deprendió del roble que le dio la vida y trajo a éste, el Reino Intermedio. Lo primero que vio fue a un sátiro muy viejo y descornado, olía a tierra mojada y en sus manos sujetaba el Libro de los Comienzos; la recibió al mundo con una gran sonrisa y tras ofrecerle agua de rosas le dijo: tú serás Nyssa Cuentacuentos, lo será toda tu infancia y hasta entonces agregarás más historias en este libro, te lo encomiendo yo: Kor, Príncipe de los sátiros y Rey de la Corte de los Pesares. Ese fue primer y más feliz recuerdo.


El elfo que la acompañaba era Erendhel, último Rey Élfico y Rey de la Corte de los Bendecidos. Sabía que su historia le era poco agradable dada su enemistad con Kor, aún así se ha empeñado en cuidarla luego desde que la salvó de una quimera unos meses atrás, cuando inició la primavera; y ha sido como un hermano mayor mostrándole el mundo y lo que aún queda de los reinos y cortes de las hadas.


Su curiosidad por la muerte era natural, viene de saber que Erendhel rondaba los cuatromil años que comparados con sus 8 meses de vida eran apenas un parpadeo para él.


- No encontrarás nada sobre la muerte en ese libro, aún las hadas de los pesares con su habitual tristeza y apego al mundo material evaden el tema, pero compartimos la idea del mar del Eter.


Nyssa volteo sonriéndole, una vez más cumplió su capricho de contestarle sus preguntas. - Dime más! – dijo ella impaciente.


Erendhel se sentó a su lado y continuó diciendo ahora ya más paciente: - Comenzamos siendo el sueño de alguien más para después venir este mundo y ser reales, cuando nuestro tiempo termina… si es que termina; transcendemos el cuerpo, y en este Reino seremos solo una idea, una memoria que nunca muere, y en el siguiente nos convertimos en luz suspendidos en un gran mar de oscuridad y seremos percibidos a la distancia por aquellos que dejamos atrás como luz de estrella y nuestro nombre será el obsequio para otra hada. Ese mar, ese vacío que llenamos, es el Reino Etérico.


Suena como un hermoso final – dijo Nyssa


Llevo en este Reino tres mil setecientos diez años –continuó Erendhel - , y apenas creo estar llegando a mi plenitud, y sin embargo he enterrado a tantos amigos y visto tantos amores marchitarse que prefiero visitar el Reino Onírico tanto como pueda para soportar la perdida. Envidio la brevedad de los humanos porque no sé cuánto vivimos las hadas y si soportaré llegar a ese fin, a diario temo terminar siendo un alma podrida y una mente rota en un cascarón perfecto. Ignorando toda poesía sobre el mar de Eter, la muerte Nyssa, es el alivio al sufrimiento y peso de estar vivos.


Desde que te conozco dices ser el último elfo, y me acabas de decir que los elfos, las hadas no podemos morir más que en batalla. No entiendo! El libro no habla de más guerras y pasas tus días muy triste para ser un bendecido.


Nyssa… morir en batalla es solo un eufemismo. Pueden cortar robles con nuestra alma, podemos infectarnos de una herida hierro, podemos perdernos en el Reino Onírico olvidándonos de nuestro ser material y ser por siempre una pesadilla o bien perdiendo la batalla contra nosotros mismo, podemos decidir ir al Valle de las Picas para impalarnos en una y soñar que somos héroes de leyendas cuando nos mata la vergüenza de no soportar el peso de la inmortalidad.


Y cómo estás tan seguro que todos han muerto, y no alcanzaron a llegar al mar del Ether?


Porque cuando desperté de mi último sueño, el cielo brillaba mucho, mucho menos y podía encontrar los vacíos de donde antes estaban las estrellas de sus nombres… por eso.


Nyssa guardo silencio largo, finalmente se inclinó sobre el elfo y le dijo en susurros: yo te puedo acompañar.


POR: MAESE SASHA

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Póngase su traje y tanque de oxígeno, sea bienvenido a La Luna.

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...